Lord Dunsany - De Cómo Llegó Plash-Goo al País que Nadie Deasea
En una choza con techo de paja, de tan descomunal tamaño que podríamos
considerarla un palacio, aunque no fuera más que una choza por su estilo
constructivo, sus vigas de madera y la índole de su interior, vivía
Plash-Goo.
Plash-Goo era uno de los hijos de los gigantes, cuyo monarca era Uph. El
linaje de Uph había menguado en corpulencia durante los últimos quinientos
años, de manera que ahora los gigantes no sobrepasaban los quince pies de
altura; no obstante, Uph comía elefantes, que atrapaba con las manos.
En la cumbre de las montañas que rodeaban la casa de Plash-Goo -pues
Plash-Goo vivía en el llano- habitaba un enano llamado Lrippity-Kang.
El enano solía caminar al atardecer por las crestas más altas de las
montañas, subiéndolas y bajándolas, y era achaparrado, feo y peludo; y
Plash-Goo lo vio claramente.
Durante varias semanas, el gigante había soportado verlo hasta que
finalmente le molestó su presencia (como suele ocurrir a los hombres con
las cosas insignificantes) y ya no pudo dormir por las noches y perdió el
gusto por los cerdos. Y por fin llegó el día, como cualquiera podía haber
adivinado, en que Plash-Goo se echó al hombro su garrote y subió a buscar
al enano.
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