26 de agosto de 2011

DE CÓMO SER AUTOCOMPLACIENTE, Y NO MORIR EN EL INTENTO

No, no he vuelto a cambiar de tercio. Es que a veces leo cosas que me resisto a dejar sin respuesta, y no soy capaz de empezar el artículo con “Yo de mayor quiero ser” ni aunque sepa de sobra que es un sarcasmo. No puedo planteármelo ni desde el cinismo, ni desde el puro humor, ni tan siquiera desde el cachondeo más vil. Demasiado para mí…

No soy una persona especialmente considerada, lo sé. Y mi nivel de empatía está a la altura del de Hannibal Lecter en mi mejor día, también soy consciente de ello. Y es probable que me pierda la mala lengua y mi todavía peor carácter, nunca lo he puesto en duda. Pero hay ciertas cosas que me desesperan, que me hacen querer agarrar a más de uno por su literario cuello y sacudirlo hasta que escupa todas las metáforas que le sobran. Y, en algunos casos, son unas cuantas, creedme.

¿Y a qué viene esto?, preguntaréis. Pues viene a que estoy cansada, muy cansada de leer siempre las mismas estupideces. Y sí, podría buscar una palabra más suave que “estupideces”, pero es que no estoy de humor, francamente.

Mis queridos cachorros aspirantes a vivir de esto de la literatura, en serio: hacéoslo mirar. Por un buen especialista, a ser posible. Os he visto afirmar que podríais hacer justo lo que yo señalaba hace un par de entregas: escribir un best seller y triunfar como campeones, porque talento os sobra. Pero no lo hacéis, porque eso sería prostituiros. No, dejadme que os aclare este punto una vez más: no lo hacéis porque no podéis. Y no os engañéis a vosotros mismos: si vuestro estilo no es comercial, mala suerte. Quizá lleguéis a unos pocos, pero jamás llegaréis a muchos. Y si pretendéis cambiar vuestro estilo para llegar a todo el mundo, tampoco funcionará, porque no será natural, y eso, aunque no sepan decir exactamente qué es lo que no encaja, es lo primero que notan esos lectores a los que tanto denostáis. Y no tengáis el valor de decirme que no os metéis con los lectores, porque me obligaréis a traer citas textuales en las que decís despectivamente que para llegar a mucha gente hay que escribir como si el lector tuviera cuatro años, que vosotros y yo sabemos que lo habéis dicho.

Por favor, gente, un poquito de dignidad. Sólo hay una forma de prostitución en esto del arte, y es renunciar a ser tú mismo. Renunciar a tu estilo, a tus gustos, a tu voz. Ser quien no eres. Y, si pretendéis que vuestro estilo sea farragoso, lento, complicado y rebuscado, pues… allá vosotros. Tampoco me cansaré de decir esto: una prosa cuidada no es una prosa rebuscada. Una prosa rebuscada sólo es eso: rebuscada. No os hace más cultos, ni mejores escritores, ni, de ninguna de las maneras, eleva la calidad de vuestra obra. Y, por descontado, tampoco va a hacer que consigáis publicar, y mucho menos hará que la gente os lea. Dejadme que os diga algo: si os pasáis dos horas con cada párrafo, montándolo y desmontándolo, eligiendo cada palabra, colocando y recolocando cada adjetivo, cada adverbio, cada… esa no es vuestra voz. A no ser que tengáis un caso terminal de la tartamudez más pertinaz. Si es así, lo lamento, tiene que ser muy incómodo. En caso contrario, dejad de pensar en lo listos que sois, y poneos a escribir de verdad, jod*r. Que para conseguir el objetivo de vivir de esto, hay que quemar muchos dedos en las teclas, y llevarse muchas decepciones. Porque, cachorros, esto es un trabajo. Como otro cualquiera. Como poner copas, apuntar asientos contables o conducir un camión. Lo repito por si no ha quedado claro: es un trabajo. Y como tal trabajo, hay unos clientes a los que satisfacer y un jefe al que tener contento. Y en este caso, serán los lectores y los editores, pero eso no cambia nada. El autor que publica y vende, escribe para el público, es lo que hay. Y no hay nada de malo en ello, porque al fin y al cabo, es el público quién le paga. Sí, también escribe para él, pero eso es parte de lo que decía en un principio: cada uno es como es, y cambiarlo no funciona.

Os he visto reíros con más o menos disimulo del escritor/lector de best Sellers, de novela romántica, de novela juvenil… Pero vamos a ver: ¿qué hay que hacer para dejaros contentos a vosotros? ¿Leer sólo a Kafka y escribir como Joyce? Pues, sinceramente, aunque el primero me parece genial, al segundo ni lo trago, ni me creo que nadie sin los prejuicios de la intelectualidad más virulenta sea capaz de soportarlo.

La belleza o calidad artística de un texto no depende del género. Claro que tampoco depende de los cien mil recursos literarios que queráis encajar a machete en él. Y formarse está bien, es lógico, es sensato. Pero nadie os va a enseñar a escribir si no tenéis talento. Olvidaos de la inspiración y la transpiración. Sí, tiene su parte de verdad, pero si no servís, no servís, y nadie os va a ayudar con eso. O al menos, nunca, jamás podréis hacerlo como alguien que ha nacido para esto, con lo cual, ese alguien siempre os pasará por encima.

Eh, yo no pongo las reglas, me limito a seguirlas...

Así que, lo siento: no es que no os publiquen porque hay por ahí mucha “mierda comercial”. Es que no sois lo bastante buenos. Quizá porque no tenéis talento, quizá porque no os habéis pulido lo suficiente, quizá porque la vida es así de dura, simplemente. Y si ofendo a alguien… No, no lo siento. También estoy hasta las narices de pedir disculpas por eso.

Yo escribo lo que me gusta, lo que querría leer. Y lo escribo en el tono y con el estilo que me gustaría leerlo. Lo he dicho: soy cínica, soy sarcástica, y el humor siempre está presente en todo lo que hago, porque yo soy así, porque creo que en esta vida ya hay bastantes lágrimas como para llevarlas encima a tus aficiones. ¿Me hace eso peor escritora que vosotros? Me gustaría responder como un adulto responsable, pero estoy demasiado harta. Mi respuesta es un seco “¡Ja!”.

Y leo lo que me pide el cuerpo en ese momento. Leo a Chejov, sí. Y a Borges. Y pienso que son los mejores relatistas de todos los tiempos. Pero también leo a la Kenyon, y a Lauren K. Hamilton, por poner un par de ejemplos, y me lo paso genial. Y sí, puedo citar a Nietzsche, pero también me divierte traer a colación salvajadas humorísticas de, por ejemplo, Pratchett. Y, lo confieso: yo me tragué Los Pilares de la tierra en un día, y no pude apartar los ojos de las páginas. Y, ¿eso que significa? ¿Qué cuando leo a los clásicos tengo mi CI intacto, y cuando leo comercial me baja diez puntos?

Pues si el CI desciende con según qué lecturas, me parece que voy a tener que dejar de visitar ciertos… ambientes.

Y os lo digo desde el cariño, ¿eh? Sin acritud ni nada…

11 comentarios:

  1. Lamento que este post no vaya a tener la trascendencia que merece, porque estoy seguro de que no la va a tener. Lo que expones es totalmente cierto y comparto tu indignación. Esa es la causa de que no participe en ningún foro ni nada similar, si bien pululo por muchos de ellos; en cierto modo me da fuerzas para seguir mi camino.

    Alucino en colores con este ecosistema de genios incomprendidos donde los niveles de autocomplacencia se disparan hasta el cielo. O quizás debería decir "hasta la remota bóveda celeste impregnada del perlado brillo de miles de estrellas". Recomendaría unos cuantos chutes de modestia y un curso urgente de empatía. Lo uno permite mejorar y lo otro ayuda a conseguir esa “otra parte”, tan trivial para muchos; ese efecto secundario del “arte de escribir” que se llama lectores. Escribir para el propio ombligo es muy respetable pero que yo sepa, los ombligos no saben leer. Y la opinión de mamá y papá… pos bueno… pos fale.

    También aconsejaría investigar un poquito cómo funciona el negocio en este país infectado hasta las cejas de crisis. No requiere mucho tiempo y se sacan conclusiones que quizás (digo quizás) le bajarían los humos a más de uno. Sobre todo en lo referente a esa “apuesta filantrópica” por los autores españoles de la que alardean algunas editoriales.

    Un saludo para la autora, otro para los que se toman en serio el asunto y otro más para el resto.

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  2. En realidad, da igual que tenga o no trascendencia... Si total, cada uno lo va a interpretar como mejor le convenga y donde dije digo, digo Diego. Que ya me lo sé...

    Muchas gracias por el comentario. Al menos me quedo con la satisfacción de saber que siempre habrá un pequeño grupo de valientes que resiste hoy y siempre al invasor XD.

    Un saludo ;)

    PD: "hasta la remota bóveda celeste impregnada del perlado brillo de miles de estrellas". Qué... inspirado XD

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  3. Mis "plasplases" a la autora. 100% de acuerdo :D

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  4. Estrellas no, panda de sobrios simplistas: diamantes bordados en el terciopelo negro de la noche. De verdad, es que hay que enseñároslo todo :P

    Abrazos varios y variados

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  5. Sobrios simplistas... Y luego seré yo la mala XD

    ¿Altivas doncellas de hielo en la oscura bóveda nocturna? Digo, por seguir tocando las narices...

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  6. Nah, las estrellas no son doncellas: se dedican a guiñarle el ojo a cualquiera. Lo sabe todo el mundo xD xD

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  7. También las valkirias y ya sabes la fama que tienen... Si es que esto de la literatura de ficción se llama así por algo XD

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  8. Las valkirias no guiñan el ojo, directamente le dan al colega un mazazo en la cabeza y se lo llevan al chalet de la sierra. Son más directas xD

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  9. Hola, Silvia. Me ha gustado mucho el artículo y entiendo que tiene su gran parte de razón. Pero con lo que me he despollado directamente ha sido con los comentarios, jijiji... ¡malvad@s!

    Voy a compartir (si te parece bien) el link, da para mucho, mucho, mucho debatir. Saludos

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  10. Gracias GusapirA ;)

    Y, eh, yo soy malvada. Forma parte de mi natural encanto XD

    Sí, claro, me parece bien. A tu disposición.

    Saludos ;)

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