30 de setembro de 2011

YO DE MAYOR QUIERO SER...

…Alguien con poca —o ninguna— autocrítica. Y, por una vez y sin que sirva de precedente, lo digo —casi, casi— en serio. De verdad. No me pasa siempre, no es algo que me diga a mí misma todos los días cuando me despierto, pero a veces… a veces no puedo dejar de pensar que me vendría muy bien, que mi vida sería bastante más fácil, que pasearía por el mundo mucho más feliz y mucho más orgullosa. Me encantaría pensar que lo que hago es inmejorable, que no necesito esforzarme más, que todo lo que consigo es lo mejor que puedo lograr. Y que es perfecto…

Por desgracia, no es así.

Y digo “por desgracia” como podía decir “por fortuna”, es cierto. Porque, a veces, cuando todo va bien, cuando estoy tranquila, cuando puedo sentarme delante de las teclas y sacar veinte páginas del tirón y sin meditarlas mucho, esa autocrítica me parece la única herramienta con la que puedo contar para seguir mejorando, para seguir avanzando, para progresar cada día un poco más. Y para mantener los pies bien plantados sobre la tierra, para qué negarlo.

Pero no ahora. No ahora, cuando llevo meses y meses sin sacar nada más que tonterías de mi teclado, cuando tengo un bloqueo tan inmenso que ríete tú del embargo cubano. No, ahora no. Ahora quiero ser poco crítica conmigo misma y con lo que escribo o quiero escribir. Porque quiero escribir. De verdad. Me apetece muchísimo. Tengo tantas ganas que me hormiguean los dedos y las manos se me colocan solas sobre el teclado esperando que mi cerebro les dé la orden de ponerse en marcha. Pero la orden no llega, y el bloqueo sigue ahí, y el crítico feroz que habita en las mazmorras más profundas de mi mente suelta una carcajada de malo de película de serie B y desecha todo lo que la musa le sugiere con un “¡chorradas!” despectivo y cruel.

No soy tan simple, de todos modos. Sé que mi bloqueo no viene de mi excesiva autocrítica. Sé, como muy bien señalaba hace unos días mi amiga Ninotchka en el blog de Hercle, que hay rachas malas, y que para esto de aporrear teclas, como para casi todo, hay que estar bien y así salen mejor las cosas. Sé que voy a volver a escribir. En serio, lo sé. Más o menos. Bueno, es posible. Tal vez…

¡Vale, sí, es cierto! Hay días en que no lo tengo nada claro. Ya lo he dicho, ¿vale? ¿Contentos? Pues eso. Y es precisamente en esos días cuando, buscando una excusa que no existe, echo pestes contra ese crítico puñetero que me dice que todas mis ideas son una basura, que lo que tengo por ahí empezado no es digno ni de echarle un vistazo a ver si se puede aprovechar, que lo poco que consigo arrancarle a las teclas es forzado, que no tiene alma, que no sirve, que… ¡Maldición!

Pero ¿sabéis qué es lo peor de todo? Que, por mucho que me desespere, por mucho que venga aquí y proteste, por mucho que lloriquee inútilmente, en el fondo no quiero deshacerme de ese sentido crítico. No quiero mirar algo que haya escrito y pensar que está bien, así, del tirón, de buenas a primeras, y que no necesito releerlo o revisarlo. No quiero dejar de espantarme cuando vuelvo a leer un texto y descubro que he volado una tilde de esas malditas que nunca tienes claro si la RAE ya ha decidido cargársela o no; no quiero dejar de darme cabezazos cuando me doy cuenta de que he usado la misma palabra ocho veces en seis párrafos; no quiero dejar de maldecir cuando una frase rechina y no me di cuenta en la primera lectura; no quiero dejar de leer lo que escribo tres veces antes de que alguien más lo vea, por si acaso se me ha colado alguna coma fuera de su sitio, algún párrafo incómodo, algún fallo de raccord, algún… lo que sea.

No quiero.

No, no es que no pueda, es que no quiero.

Porque, por muy dramática que pueda ponerme ahora, sé que cuando leo algo con esos errores —y muchos otros peores— y veo como los autores lo muestran con orgullo por cualquier medio a su alcance, y se sienten felicísimos y encantadísimos con el maravilloso futuro que se abre ante ellos, pues doy gracias a mi crítico por no permitirme que me comporte así. Cuando me callo y prefiero no hablar de algo que no controlo (y son un montón de cosas, que yo esto de escribir lo hago de oído. A mí es mejor no venirme con cosas como “ritmo”, “método”, “estructura”, “coherencia interna”, “metalenguaje”… La mitad de las veces lo único que puedo hacer frente a esos términos es preguntar si se comen), y veo como, por ejemplo, gente con una ortografía que, con muy buena voluntad, puede calificarse de mediocre, habla ex cathedra de correctores y actualizaciones de la RAE, sé que mi crítico me está salvando de hacer el ridículo. Cuando miro uno de mis relatos y pienso: «Por los dioses, menuda chorrada… ¿Y esto me lo seleccionaron para qué? Anda que muy malos debían ser los demás…», estoy segura de que esa actitud me hará esforzarme mucho más que la del que da palmas con las orejas y presume de lo magnífico que era su texto, aunque el texto en cuestión sólo pasa de normalucho si lo miras con buenos ojos y mejor ánimo. Y con poca luz.

Y aunque estoy segura de que ellos son mucho más felices que yo, y se bloquean mucho menos, pues… Qué diablos, al fin y al cabo, mi natural cinismo y yo siempre hemos creído que la felicidad está sobrevalorada.

7 comentarios:

  1. Amén.

    Respecto a lo del bloqueo (a lo otro no puedo ponerle pegas :P), ¿se te ha ocurrido pensar que igual nos pasa como cuando estás tan cansado que no eres capaz de dormirte? Es decir, que es el mismo cansancio el que te impide descansar. Pues lo mismo: es el mismo impulso de escribir bien el que nos impide escribir.

    Te diría que contases ovejitas, pero eso no funciona: para dormir en esos casos, lo mejor es obligarse a cerrar los ojos hasta que el cuerpo se harta y se duerme. En este caso, creo que lo mejor es obligarse a escribir hasta que se te destaponen los oídos y acabes descubriéndote otra vez adorando cada minuto que pases ante el teclado. ¿Por qué no te apuntas conmigo a lo de NaNoWriMo? Ya sabes... escritura automática, un mes, una novela =) ideal para descorchar el champán... ;)

    ResponderEliminar
  2. Respecto al bloqueo, no puedo opinar. Solo se que hay temporadas en las que me comería el mundo y me leo un libro al día, y otras en las que solo leer el título se me hace una montaña, porque se que tengo que leer y no me siento con fuerzas.
    Respecto a la autocrítica, no la pierdas jamás. Ni la autocrítica ni la crítica a los demás. Es algo que los lectores te vamos a agradecer toda la vida ;)

    ResponderEliminar
  3. Nee, nena, que hablas con una insomne vocacional XD Yo si no tengo sueño, no duermo y me importa tres pijos y me paso hasta las tantas hablando con una panda de frikis impresentables que... Uy, perdón... XDXD

    Aunque sí, sé que el cansancio a veces no te deja dormir, y es más que probable que las ganas de escribir no me dejen escribir.

    ¿Cuándo era que empezaba lo de NaNoWriMo? Porque puede ser una idea... O no, pero algo habrá que hacer XDXD Total, un charco más o menos, qué más da.

    Shi, dudo mucho que vaya a perder la autocrítica. Me arriesgaría a que me criticaran otros, y ya sé cómo sois... Víboras ^^

    ResponderEliminar
  4. Empieza el uno de noviembre =) =) =)

    (y no somos impresentables. Frikis... bueh, sí, un poco)

    ResponderEliminar
  5. "Un poco"... Y con esto, Nin acaba de ganar el premio al eufemismo del año XDXD

    Uno de noviembre... Bueno, puede ser. Igual hasta se me ocurre algo :roll:

    ResponderEliminar
  6. Lo molón de esto es que te apuntas "oficialmente" a la web, y cada día tienes que meter el nº de palabras que has escrito, y al final tienes que mandarles la novela para que cuenten las palabras y te den el título "oficial" de "ganador"... y te mandan mails en plan "Hola, soy Neil Gaiman, sigue, que tú puedes!!" xD xD xD Al menos te obligas por la honrilla =)

    ResponderEliminar
  7. Vaaale, bueeeno, pues ya me pasarás el link. Si total, ya sabes que no dejo pasar un charco sin meter el pie XD

    ResponderEliminar

Nota: só un membro deste blog pode publicar comentarios.